El cuerpo está continuamente sujeto a lo que le impone nuestro cerebro y la percepción que se tiene de la estética y la belleza en el dibujo, las artes y demás. Cuando captamos la forma, buscamos repetirla como es sugiriendo e insinuando el parecido.
Si dejamos que el cuerpo fluya, en base a sensaciones más interiores, que exteriores; desligadas del cerebro y la vista. ¿Qué nos cuenta a través de la forma, la línea y el gesto gráfico?
Las cosas se vuelven tan cotidianas, que olvidamos preguntarnos si realmente percibimos las cosas, como nos han enseñado a hacerlo, a través de la experiencia de los otros. Estamos tan ligados a las palabras; tanto que se vuelve una tarea difícil; sentir y percibir sin definir con ellas el mundo y nuestro movimiento.
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